Este enfoque se materializa en la meta-investigación, un campo emergente que estudia el propio proceso de investigación científica. Al analizar cómo se diseña, ejecuta y publica la ciencia, la meta-investigación busca identificar sesgos, fallos metodológicos y prácticas cuestionables para proponer mejoras. Este ejercicio de autocrítica es fundamental para fortalecer la rigurosidad y la reproducibilidad de los hallazgos. Ambos fenómenos, aunque distintos, convergen en la necesidad urgente de reforzar los mecanismos de control de calidad y la transparencia en el ecosistema científico para preservar su integridad.