Este mapeo genético permitió resolver preguntas taxonómicas que llevaban más de 150 años sin respuesta. Una de las claves del hallazgo es que, aunque muchas de estas mariposas tienen una apariencia casi idéntica para advertir a los depredadores de su toxicidad, pueden reconocerse entre sí a través de feromonas distintas, lo que les permite encontrar parejas compatibles y evitar la hibridación. Los investigadores descubrieron que un alto grado de reorganización cromosómica es un factor clave en la rápida formación de nuevas especies, ya que aísla reproductivamente a las poblaciones. “Estamos en medio de una crisis de extinción, y entender cómo surgen nuevas especies —y por qué algunas evolucionan tan rápidamente— es clave para su preservación”, concluyó Joana Meier, autora principal del estudio.

La participación colombiana, a través del profesor Camilo Salazar y la egresada Nicol Rueda, refuerza el papel del país en la investigación de la biodiversidad global.