Recientemente, el país asiático completó con éxito una serie de pruebas cruciales de su módulo de alunizaje tripulado, Lanyue, y estableció la primera red de comunicaciones entre la Tierra y la Luna, demostrando su creciente capacidad tecnológica e industrial. El módulo Lanyue superó al menos diez pruebas de descenso y despegue en un campo de simulación en Huailai, donde una grúa de 104 metros de altura recrea la gravedad lunar. Estas pruebas verificaron el desempeño de los sistemas de propulsión y el reconocimiento visual del terreno, simulando escenarios de alunizaje en terrenos irregulares y en condiciones de emergencia. El enfoque chino, que recuerda a una versión mejorada del programa Apolo, contempla un perfil de misión más sencillo que el programa Artemisa de Estados Unidos, requiriendo solo dos lanzamientos. Paralelamente, China ha desplegado una red de satélites precursora, denominada DRO A, B y L, que crea un puente de comunicaciones estable entre la Tierra, la Luna y futuras naves interplanetarias. Esta infraestructura, que opera en órbitas retrógradas distantes y puntos de Lagrange, soluciona el problema de comunicación con el lado oculto de la Luna y sienta las bases para la constelación Queqiao. Con estos avances, China busca llevar a sus primeros astronautas a la superficie lunar antes de 2030, cumpliendo con su calendario propuesto.
