La exclusión del impuesto a los combustibles representa una renuncia a un recaudo potencial de $2,6 billones. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, explicó que esta decisión se tomó tras un “espacio de reflexión muy importante” que abrió el ajuste del presupuesto, reconociendo la sensibilidad social y económica de gravar la gasolina. De manera similar, se retiró la propuesta de unificar la tarifa del impuesto a las bebidas alcohólicas, lo que habría afectado significativamente a la cerveza. En la nueva propuesta, la cerveza mantiene una tarifa preferencial del 15%, mientras que otros licores tendrían una del 30%.
Esta decisión fue justificada por su impacto en los hogares más vulnerables.
El descarte de estos impuestos, aunque reduce el potencial de recaudo de la reforma, es visto como una concesión política necesaria para ganar apoyo en el Congreso y evitar un mayor descontento social en un momento de incertidumbre económica.












