La reducción del gasto proyectado disminuyó la presión sobre la necesidad de recaudo adicional, lo que permitió al presidente Petro retirar del proyecto de reforma tributaria los polémicos aumentos de impuestos a la gasolina y la cerveza. A pesar del recorte, el ministro de Hacienda, Germán Ávila, ha insistido en que una ley de financiamiento sigue siendo una “palanca fundamental” para el presupuesto, aunque ahora la meta de recaudo se ajuste a una cifra cercana a los $16 billones.