El proyecto de ley no solo propone hacer permanente el impuesto al patrimonio, una medida calificada como antitécnica por expertos, sino que además establece una tarifa del 5 %, que sería la más alta a nivel global. Sumado a esto, se plantea elevar la retención a los dividendos pagados a inversionistas extranjeros al 30 %, una tasa superior a la de competidores regionales como México, Chile o Brasil. Según el exministro José Manuel Restrepo, la combinación de estos tres elementos (impuesto de renta, patrimonio y dividendos) haría que Colombia se posicione como “uno de los países más costosos del planeta para invertir”. Esta política fiscal es vista como un factor que ahuyenta el capital, en un momento en que el mundo compite por atraer inversión a través de tasas de tributación favorables y confianza jurídica. Se argumenta que estas medidas no solo afectan a los grandes capitales, sino que tienen un impacto en cadena sobre toda la economía, encareciendo la financiación para emprendedores y pymes, y reduciendo la competitividad de los exportadores.
