La propuesta ha sido recibida con escepticismo y críticas.

Expertos como Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, señalan que la situación refleja un "grave problema de planificación financiera" al presentar presupuestos no financiables con "montos desbordados y baja capacidad de recaudo". El presidente Gustavo Petro ha defendido vehementemente la reforma, llegando a afirmar que “el Estado va a quebrar si el Senado no aprueba la Ley de financiamiento”. Este contexto político es tenso, ya que se trata de la tercera reforma tributaria propuesta durante su mandato, y enfrenta una fuerte reticencia en el Congreso, especialmente en un año preelectoral. La situación evoca lo ocurrido el año anterior, cuando un presupuesto desfinanciado llevó al presidente a decretarlo unilateralmente, un escenario que podría repetirse si no se logra un consenso.