Para rones y aguardientes, el IVA pasaría del 5% al 19%.
Además, se propone unificar las tarifas del impuesto al consumo, lo que, según estimaciones, podría elevar el precio de una botella de Aguardiente Antioqueño de 750 ml de aproximadamente 40.000 pesos a entre 60.000 y 65.000 pesos, un incremento superior al 50%.
La cerveza también sería gravada con impuestos adicionales.
El Gobierno justifica estas medidas no solo por el recaudo fiscal, sino también como una estrategia de salud pública para desincentivar el consumo de alcohol, una visión respaldada por el hecho de que estos impuestos contribuyen a financiar el sistema de salud. Sin embargo, la industria ha advertido sobre el riesgo de un aumento del contrabando y la afectación a las finanzas de los departamentos, que dependen en gran medida de los ingresos generados por sus licoreras. Al igual que otros puntos polémicos de la reforma, el Gobierno ha manifestado que los impuestos a licores podrían ser objeto de negociación en el Congreso.