Sin embargo, la medida ha sido calificada como un “golpe a la transición tecnológica”. Críticos señalan que en ciudades intermedias como Neiva, donde la infraestructura para vehículos eléctricos es aún insuficiente, los híbridos representan un paso intermedio crucial para abandonar los combustibles fósiles.

El proyecto también plantea que el impuesto al consumo para este tipo de vehículos pasaría del 8% al 19%, lo que, sumado al alza del IVA, encarecería notablemente su adquisición. Analistas y gremios advierten que, en lugar de acelerar la adopción de tecnologías limpias, la medida podría frenar la renovación del parque automotor, perpetuando el uso de vehículos más antiguos y contaminantes. La propuesta es vista como un retroceso en los esfuerzos por una movilidad más limpia en un país que aún depende mayoritariamente de los combustibles fósiles.