La propuesta del Gobierno Nacional de incrementar gradualmente el IVA a la gasolina y al ACPM hasta el 19% ha generado un intenso debate nacional. La medida, central en la nueva reforma tributaria, es defendida por el Ejecutivo como una acción necesaria para la sostenibilidad fiscal, pero criticada por múltiples sectores que advierten sobre un severo impacto en el costo de vida de todos los colombianos. El proyecto de Ley de Financiamiento estipula que el IVA para la gasolina corriente subirá del 5% actual al 10% en 2026 y alcanzará la tarifa plena del 19% en 2027, mientras que el diésel (ACPM) llegará al 19% en 2028. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, intentó minimizar el impacto, calculando un alza inicial de aproximadamente $460 para la gasolina y $250 para el ACPM, calificándolo de “incidencia marginal”. El presidente Gustavo Petro defendió la medida con la controversial afirmación de que “el pobre no usa casi la gasolina”, argumentando que el gravamen recae sobre los sectores de mayores ingresos.
Sin embargo, esta visión ha sido ampliamente refutada.
Críticos como el exministro Amylkar Acosta y gremios como la Andi y transportadores advierten de un “efecto cascada”. Bruce Mac Master, presidente de la Andi, afirmó que “un IVA a los combustibles significa más impuestos para el transporte público, los alimentos y la canasta familiar”. Se argumenta que el 90% del transporte de mercancías y personas en Colombia depende de la vía terrestre, por lo que cualquier alza en los combustibles se trasladará directamente a los precios de los alimentos, los pasajes de bus urbano e intermunicipal y los servicios de logística, afectando desproporcionadamente a los hogares de ingresos bajos y medios. La Corporación de Transportadores Urbanos de Medellín advirtió que el pasaje de bus podría aumentar en $800, pasando a $4.200, para mantener la sostenibilidad del servicio. La medida, que busca recaudar $2,6 billones en 2026 y $7,2 billones anuales desde 2027, es vista por la oposición como una carga regresiva que contradice la promesa de no afectar a las clases populares.
En resumenEl aumento del IVA a los combustibles se presenta como una de las medidas más polémicas de la reforma, enfrentando la justificación de necesidad fiscal del Gobierno con las advertencias generalizadas de un severo impacto inflacionario que afectaría a toda la cadena productiva y, en última instancia, a los consumidores de todos los estratos socioeconómicos.