Esta medida ha generado preocupación en la industria del entretenimiento, que advierte sobre un posible encarecimiento de la oferta y una reducción en la asistencia a eventos de gran formato. El ministro de Hacienda, Germán Ávila, aclaró que el impuesto no afectará a la mayoría de eventos culturales como cine o espectáculos deportivos de menor costo, sino que se enfoca en “negocios artísticos de grandes cifras”. Sin embargo, Gabriel García, CEO de Páramo Presenta, una de las principales promotoras de conciertos del país, manifestó su preocupación.

Según García, este sobrecosto deberá ser trasladado al público, lo que significa que “los boletos que cuestan $500.000 van a tener que empezar a costar $600.000”. Argumentó que la medida no solo afecta a la clase alta, ya que “la gente que compra boletas por $500.000 es un montón de gente de clase media”. El empresario advirtió que si la asistencia se ve afectada, “posiblemente toca dejar de hacer algunos eventos y enfocarse más en los que uno sabe que son apuestas más seguras”, lo que podría reducir la oferta de espectáculos en el país. El Gobierno sostiene que la medida busca equidad, gravando un consumo asociado a hogares de mayores ingresos, y estima un recaudo de $110 mil millones en 2026.

No obstante, el sector del entretenimiento teme que este nuevo tributo, sumado al 10% municipal ya existente, desincentive una industria clave para el turismo y la economía creativa.