Restrepo aseguró que, de aprobarse la reforma tal como se plantea, a la clase media “le tocará un coletazo no despreciable”.
Esta preocupación se fundamenta en varios frentes.
Por un lado, aunque los ajustes al IVA se prometen focalizados, existe el temor de que terminen afectando una gama más amplia de productos y servicios, encareciendo el costo de vida. Por otro lado, los impuestos a los combustibles, aunque justificados por el déficit del FEPC, tienen un efecto transversal en la economía que impacta los precios de los alimentos, el transporte y otros bienes esenciales. Además, la discusión sobre la progresividad en el impuesto de renta podría llevar a que más personas de ingresos medios terminen pagando mayores tarifas o perdiendo beneficios tributarios. El concejal de Bogotá, Daniel Briceño, también se sumó a las críticas, señalando que en la capital los ciudadanos enfrentarán una doble carga tributaria con la reforma de Petro y la reforma distrital de Galán, lo que agravará la situación de comerciantes y empresarios. Estas advertencias sugieren que, más allá de la intención declarada, el impacto real de la reforma podría extenderse más allá de los estratos más altos, afectando el bolsillo de una parte significativa de la población.