La presentación del presupuesto ante el Congreso dejó clara la urgencia de la reforma. El ministro Germán Ávila explicó que sin los ingresos adicionales de la ley de financiamiento, sería imposible equilibrar el presupuesto para 2026. Esta situación no es nueva; el año anterior, una propuesta similar para recaudar $12 billones no prosperó en el Congreso, dejando el presupuesto de ese año desfinanciado. El desafío se agrava por el alto grado de inflexibilidad del gasto público, que para 2026 representará el 91,4 % del presupuesto, incluyendo obligaciones ineludibles como el servicio de la deuda, salarios, pensiones y salud. A pesar de que se proyecta un aumento en los ingresos tributarios, el desbalance fiscal ascendería a $67,1 billones en 2026. Por ello, el Ministerio de Hacienda insiste en que la aprobación de la reforma es un elemento clave para garantizar la sostenibilidad macroeconómica y proteger el gasto social prioritario. La viabilidad del ambicioso plan de gasto del Gobierno, que incluye proyectos de infraestructura y desarrollo, está supeditada al éxito legislativo de esta nueva reforma tributaria.
