Esta medida afecta directamente a modelos icónicos como el iPhone 5, iPhone 5c y iPhone 6, si estos no pudieron actualizarse a versiones más recientes del sistema operativo.

La razón principal de esta obsolescencia programada es la incapacidad del hardware antiguo para soportar las nuevas funciones de seguridad y el cifrado de extremo a extremo que implementan las aplicaciones modernas. Esta política, aunque impulsada por los desarrolladores de aplicaciones, está intrínsecamente ligada al ciclo de actualizaciones de Apple, que determina qué dispositivos pueden recibir las últimas versiones de iOS. Por otro lado, la adopción de las versiones más recientes no está exenta de problemas.

Otro artículo menciona que algunos usuarios han experimentado fallos con iMessage tras actualizar a iOS 26, para lo cual Apple ya ha recomendado una solución.

Este contraste ilustra el dilema del ecosistema de Apple: mientras los dispositivos nuevos reciben las últimas innovaciones (y sus errores iniciales), los más antiguos pierden gradualmente el acceso a servicios fundamentales, empujando a los consumidores hacia un ciclo de renovación constante.