A través de algoritmos, interpretan estas señales para proporcionar informes sobre los patrones de sueño, identificando fases como el sueño ligero, profundo y REM, así como interrupciones. De manera similar, monitorean la variabilidad de la frecuencia cardíaca y otros indicadores para estimar los niveles de estrés, ofreciendo al usuario una visión más completa de su estado físico y mental. Apple, en particular, ha integrado estas capacidades de manera profunda en su ecosistema de salud, permitiendo a los usuarios llevar un registro histórico de su bienestar y compartirlo, si lo desean, con profesionales médicos. Esta apuesta por la salud preventiva ha sido un factor clave en la popularidad del Apple Watch, consolidándolo no solo como un accesorio tecnológico, sino como un dispositivo de bienestar personal.