Este proyecto, que busca redefinir la interacción con la IA y potencialmente sustituir al teléfono inteligente, ambiciona crear una relación más natural y fluida con la tecnología, aunque su lanzamiento podría posponerse más allá de 2026. El dispositivo, concebido para ser del tamaño de la palma de la mano, estaría equipado con cámaras, micrófonos y altavoces para captar señales del entorno y responder a las peticiones del usuario sin depender de una interfaz visual. La alianza entre Ive y Sam Altman, CEO de OpenAI, ha generado gran expectativa, atrayendo incluso a talento de Apple y generando tensiones entre ambas compañías.

Sin embargo, el desarrollo se ha topado con varios obstáculos.

Aunque el hardware estaría listo, el software y la infraestructura presentan contratiempos significativos.

Entre los principales desafíos se encuentran definir la "personalidad" del asistente virtual, garantizar la privacidad de los datos recopilados y calcular la potencia de cómputo necesaria para ejecutar los modelos de IA de OpenAI en un dispositivo tan compacto. Se analiza la posibilidad de que el dispositivo esté "siempre encendido" para que sus sensores recopilen datos continuamente y construyan la memoria del asistente, lo que plantea interrogantes sobre cuándo debe intervenir para no ser intrusivo.

El objetivo es superar las limitaciones de los altavoces inteligentes actuales, como el Echo de Amazon, y ofrecer una herramienta más potente y útil. A pesar de los problemas, la visión de Altman e Ive es clara: crear una experiencia de IA invisible, donde la tecnología no sea una barrera, sino una extensión natural del usuario.