Según las filtraciones, la pantalla abierta sería de 8 pulgadas y Apple estaría trabajando para minimizar la visibilidad del pliegue utilizando tecnología in-cell, la misma que emplea en sus iPhones convencionales. Esta técnica busca eliminar capas adicionales de sensores táctiles para reducir la hendidura central, un desafío que sus competidores aún no han resuelto por completo. En cuanto a sus características, se espera que el dispositivo cuente con un sistema de cuatro cámaras: una en la pantalla frontal, una interna para videollamadas, y dos en la parte trasera, que podrían ser una principal y una ultra gran angular. Sorprendentemente, los informes sugieren que Apple prescindiría de Face ID en este modelo, optando por el regreso de Touch ID integrado directamente en la pantalla, una decisión que podría responder a los desafíos de implementar un sensor facial en un dispositivo flexible. Además, se especula que el teléfono estaría potenciado por un chip C2 y abandonaría la bandeja física para SIM en favor de la tecnología eSIM. Los analistas anticipan un precio elevado, que podría rondar entre los 2.000 y 2.500 dólares, posicionándolo en la gama más exclusiva del mercado.
