Sin embargo, la sentencia prohíbe a Google firmar contratos de exclusividad que establezcan su motor de búsqueda como la opción predeterminada en dispositivos, navegadores y otras aplicaciones clave como Gemini o la Play Store. Aunque la compañía aún podrá pagar a sus socios para ser la opción principal, esta medida busca abrir la puerta a competidores como Bing o DuckDuckGo.

Adicionalmente, y como una de las concesiones más relevantes, el fallo obliga a Google a compartir parte de su índice de búsqueda y ciertos datos de consultas con sus rivales, lo que les permitiría mejorar la calidad de sus propios servicios de búsqueda. La decisión fue recibida como una victoria parcial para Google, ya que su estructura corporativa permanece intacta, pero también es un triunfo para el gobierno estadounidense, que busca limitar el dominio de las grandes tecnológicas. Este caso sienta un precedente importante y podría influir en la forma en que los usuarios de Android eligen sus servicios predeterminados en el futuro.