El gobierno de Estados Unidos ha ordenado un masivo despliegue militar en el mar Caribe, incluyendo su portaaviones más grande, el USS Gerald R. Ford, lo que ha elevado la tensión con Venezuela a su punto más crítico en años. El gobierno de Nicolás Maduro califica la acción como una "peligrosa provocación" y una "amenaza" directa a su soberanía. La ofensiva estadounidense, justificada por la administración Trump como una guerra contra el narcotráfico y organizaciones que considera terroristas como el Tren de Aragua, ha implicado la movilización de más de 10.000 tropas, ocho buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear y aeronaves de combate. Esta escalada incluye una serie de ataques contra embarcaciones en aguas internacionales, que según Washington transportaban drogas, dejando un saldo de decenas de muertos.
Estas acciones han sido calificadas por los gobiernos de Venezuela y Colombia como "ejecuciones extrajudiciales".
La tensión se intensificó con la llegada del destructor USS Gravely a Trinidad y Tobago para realizar ejercicios militares conjuntos, lo que Caracas denunció como una "provocación hostil".
Como respuesta, Venezuela no solo ha puesto a sus Fuerzas Armadas en "máxima alerta", sino que también ha realizado sus propios ejercicios militares y suspendió los acuerdos energéticos con el país insular. El presidente Nicolás Maduro ha hecho llamados a la paz, pidiendo en inglés "Not crazy war, yes peace", mientras que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, ha asegurado que el país enfrenta "la peor amenaza en más de 100 años". La situación ha generado reacciones internacionales; Rusia ha instado a EE.
UU. a respetar el derecho internacional, mientras que el presidente de Brasil, Lula da Silva, se ha ofrecido a mediar para evitar un conflicto mayor en una región que defiende como "zona de paz".
En resumenEl masivo despliegue militar de EE. UU. en el Caribe, justificado como una operación antidrogas, ha sido interpretado por Venezuela como una amenaza de invasión, generando una grave crisis diplomática. La tensión se ha extendido a la región, con la suspensión de acuerdos energéticos, la movilización de tropas venezolanas y llamados a la mediación por parte de Brasil.