Además, se critica que su discurso tiende a simplificar la realidad venezolana, negando la diversidad dentro del chavismo y contribuyendo a la polarización. Pese a las controversias, el Nobel posiciona a Machado como un símbolo de la resistencia civil y aumenta la presión internacional sobre el gobierno venezolano, en un contexto ya marcado por la crisis humanitaria, el éxodo masivo y las crecientes tensiones militares con Estados Unidos.