La tensión entre Venezuela y Estados Unidos ha alcanzado un punto crítico debido a un creciente despliegue militar estadounidense en el Mar Caribe y una serie de ataques a embarcaciones. El gobierno de Nicolás Maduro ha respondido con anuncios de ejercicios militares y advertencias, mientras que Washington justifica sus acciones como una ofensiva contra el narcotráfico. En las últimas semanas, la administración de Donald Trump ha intensificado su presencia en la región con el despliegue de hasta ocho buques de guerra, un submarino de propulsión nuclear, bombarderos B-1 y B-52, y aviones F-35. Estas maniobras se enmarcan en una campaña contra el narcotráfico que ha resultado en la destrucción de al menos siete embarcaciones y la muerte de más de 32 personas, calificadas por Washington como “narco-terroristas”. Uno de los ataques confirmados fue contra una nave operada por el Tren de Aragua.
En respuesta, Nicolás Maduro ha denunciado una “guerra psicológica” y una “grosera amenaza militar”. En una inusual intervención en inglés, hizo un llamado a la paz, “¡No crazy war, please!”, pero advirtió que ordenaría una “insurrección armada nacional” si Washington intentara una intervención militar.
Además, el gobierno venezolano ha activado el plan de defensa “Independencia 200”, ha anunciado nuevos ejercicios militares y ha exhibido su arsenal, incluyendo misiles rusos.
La situación se complica con la revelación de que Trump autorizó operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, lo que ha sido condenado por expertos de la ONU como una violación del derecho internacional y la soberanía venezolana.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, también ha criticado duramente los ataques estadounidenses, calificándolos de “ejecuciones extrajudiciales”.
En resumenLa creciente presencia y las acciones militares de Estados Unidos en el Caribe han provocado una peligrosa escalada de tensiones con Venezuela. Mientras Washington enmarca sus operaciones como una lucha contra el narcotráfico, Caracas las percibe como una amenaza directa a su soberanía, respondiendo con preparativos militares y una retórica de resistencia, lo que eleva el riesgo de un conflicto en la región.