La reacción del gobierno de Nicolás Maduro fue inmediata y hostil. El mandatario la calificó de "bruja demoníaca", mientras que el fiscal general, Tarek William Saab, tildó el premio de "asqueroso". Como medida de protesta, Venezuela anunció el cierre de su embajada en Oslo, Noruega.
La controversia trascendió las fronteras venezolanas. La Casa Blanca criticó la decisión del comité, afirmando que "antepone la política a la paz" al no haber premiado a Trump por sus acuerdos en Oriente Medio. Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro felicitó a Machado, pero le pidió que el premio sirva para que su país "consiga el diálogo para mantener la paz". El Nobel de Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel también cuestionó el galardón en una carta abierta, criticando a Machado por su apoyo a una intervención militar y su cercanía con Estados Unidos. Analistas como el coronel retirado Ángel Alberto Bellorín interpretan el premio como una "venganza diplomática" de Noruega tras el incumplimiento del Acuerdo de Barbados por parte del régimen de Maduro.













