El Premio Nobel de la Paz 2025 para María Corina Machado generó un amplio y polarizado abanico de reacciones internacionales, reflejando las divisiones geopolíticas en torno a la crisis venezolana. Mientras líderes de América Latina y Europa celebraron el reconocimiento, la Casa Blanca lo criticó y otros mandatarios, como Gustavo Petro, emitieron mensajes condicionados. La Casa Blanca, bajo la administración Trump, expresó su descontento, con un portavoz afirmando que el Comité Nobel “antepone la política a la paz” al no haber premiado al presidente estadounidense, quien también era nominado. No obstante, el propio Trump felicitó a Machado, asegurando que ella aceptó el premio “en su honor”.
Por otro lado, un gran número de líderes democráticos aplaudió la decisión.
Expresidentes colombianos como Juan Manuel Santos, Iván Duque y Álvaro Uribe elogiaron la “valentía” y “perseverancia” de Machado. El presidente de Argentina, Javier Milei, la felicitó por su “enorme lucha por la defensa valiente de la LIBERTAD”.
El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, también celebró el galardón, describiendo a Machado como un “ejemplo a seguir”. En contraste, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, emitió un mensaje ambiguo, expresando: “De María Corina espero que ayude a que su país consiga el diálogo para mantener la paz”. Esta diversidad de posturas subraya cómo el Nobel a Machado no solo es un reconocimiento a su figura, sino también un catalizador que expone las diferentes alineaciones políticas frente al régimen de Maduro y la lucha por la democracia en Venezuela.
En resumenLa respuesta global al Nobel de María Corina Machado fue diversa y políticamente cargada, desde el respaldo de líderes democráticos hasta la crítica de la Casa Blanca y la cautela de gobiernos regionales, lo que demuestra la profunda polarización que genera la situación venezolana en el escenario internacional.