Su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación, donde muchos le atribuyen “favores recibidos”.

La conmemoración también ha sido un espacio para la reflexión y la denuncia. Periodistas como Germán Santamaría y José Francisco Tulande, quienes cubrieron la tragedia, recordaron el evento como un “apocalipsis” y un símbolo de negligencia institucional, pues existían alertas sobre la actividad del volcán que no fueron atendidas adecuadamente. Otro drama que persiste es el de los niños perdidos; Francisco González, de la fundación Armando Armero, mencionó que más de 570 menores desaparecieron tras la avalancha. En el ámbito legislativo, se aprobó la Ley 2505 de 2025 para honrar a las víctimas y reforzar la prevención de desastres, mientras el Senado de la República llamó a consolidar un sistema de gestión del riesgo más efectivo para que una tragedia de tal magnitud no se repita.