El presidente de la Cámara de Representantes, Julián López, protagonizó una inusual y simbólica protesta al amarrarse a su curul y amordazarse la boca durante la plenaria, tras ser sancionado por su propio partido, La U. La colectividad le impuso una suspensión de tres meses sin derecho a voz ni voto, medida que en la práctica le impide ejercer la presidencia de la corporación. La drástica sanción fue impuesta por el Comité de Ética del partido como respuesta a la promoción por parte de López de un movimiento disidente interno denominado 'La Nueva U' y a sus públicas diferencias con la líder natural de la colectividad, la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro.
Durante su protesta, López sostuvo un cartel con el mensaje "No nos pueden intentar callar", visibilizando una profunda fractura interna.
La dirigencia de La U, a través de un comunicado firmado por Clara Luz Roldán y el exregistrador Alexander Vega, negó la existencia de una escisión, afirmando: “No existe Nueva U... somos una sola fuerza política”. La suspensión de López, quien ha mostrado mayor cercanía al gobierno de Gustavo Petro que la línea oficial del partido, deja la presidencia de la Cámara en manos del primer vicepresidente, Juan Sebastián Gómez, del Nuevo Liberalismo. Este episodio no solo evidencia la lucha de poder dentro de La U y la autoridad de Toro, sino que también pone de relieve las tensiones políticas que atraviesan los partidos tradicionales en su relación con el actual gobierno.
En resumenLa sanción contra Julián López y su posterior protesta exponen una grave crisis en el Partido de la U, evidenciando la pugna de poder entre facciones y la influencia de la gobernadora Dilian Francisca Toro. La medida no solo inhabilita a López para ejercer la presidencia de la Cámara, sino que también revela las tensiones entre la línea oficial del partido y los miembros más cercanos al gobierno de Gustavo Petro, generando incertidumbre sobre la unidad de la colectividad.