Desde su secuestro, junto a su acompañante Adrián Marcillo, su paradero era desconocido.

La familia de la víctima recibió información extraoficial que apunta a que ambos jóvenes murieron en medio de un fuego cruzado. Según esta versión, el vehículo de las disidencias en el que eran transportados se vio envuelto en un combate con tropas del Ejército Nacional horas después del secuestro. Esta narrativa fue respaldada por un comunicado de las propias disidencias, emitido el 30 de agosto, en el que responsabilizaron al Ejército por “hechos de terror” y detallaron que los jóvenes murieron en el enfrentamiento. A pesar de estas versiones, las autoridades no han entregado un informe oficial que esclarezca las circunstancias exactas del deceso.

La Universidad Nacional, sede Medellín, confirmó la muerte y expresó su “profundo dolor”, convocando a un homenaje en memoria de la estudiante. El caso ha generado indignación y un clamor por justicia, mientras la familia y la comunidad exigen que se determine la responsabilidad de los actores armados en la muerte de la joven.