El estudio destaca que, si bien factores como el cambio climático y la reducción de residuos influyen en las decisiones de compra —el 89% evita desperdiciar alimentos y el 79% recicla—, el factor económico sigue siendo determinante. Los consumidores priorizan el valor por encima de la marca, comparan ofertas constantemente y prefieren descuentos y programas de fidelización. Esta sensibilidad al precio ha impulsado el auge de las marcas propias, desarrolladas por los supermercados. De hecho, el 54% de los colombianos estaría dispuesto a cambiar marcas tradicionales por marcas privadas en alimentos frescos. Sin embargo, en productos procesados, la lealtad a la marca y la percepción de calidad aún pesan, con un 34% que prefiere sus productos de confianza. En cuanto a los canales de descubrimiento, la tecnología juega un rol crucial: el 47% de los colombianos descubre nuevos productos a través de redes sociales, una cifra superior al promedio global del 31%. A pesar de esto, los medios tradicionales y las recomendaciones personales mantienen su relevancia. Jorge Piñeiro, líder de consumo de EY Colombia, comentó: “El consumidor colombiano actual está redefiniendo sus prioridades, ya no se trata únicamente de precio o conveniencia, sino de encontrar un valor añadido en las marcas, que reflejen propósito, innovación y compromiso real con el entorno social”.