Su muerte ha generado una profunda tristeza en los ámbitos científico, académico y político del país, donde fue reconocido por su excelencia profesional y su calidad humana. Nacido en Córdoba, el doctor Burgos dedicó su vida a la medicina y la neurocirugía, campo en el que dejó un legado invaluable. Fue miembro de la Academia Nacional de Medicina, presidente honorario de la Federación Latinoamericana de Neurocirugía y expresidente de la Asociación Colombiana de Neurocirugía. Además de su brillante carrera médica, con más de 15 años de experiencia en el tratamiento de aneurismas cerebrales, Burgos de la Espriella era especialista en Gobierno y Asuntos Públicos, lo que le permitió tener una visión integral de las políticas de salud. Era una figura consultada frecuentemente por los medios de comunicación por su capacidad para explicar temas científicos complejos con claridad.
Múltiples personalidades lamentaron su partida.
El gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta, lo recordó como “un gran hombre y un médico ejemplar, que siempre tuvo una profunda sensibilidad humana”. Por su parte, el expresidente Álvaro Uribe Vélez lo describió como un “patriota de todas las horas y un científico insuperable”. Pacientes y sus familias también expresaron su gratitud, recordándolo como “el ángel que le devolvió la vida” a sus seres queridos, destacando no solo su pericia como cirujano sino también su empatía y dedicación.












